La convivencia de los vecinos de la parte baja de Berio con los ocupantes de las autocaravanas es difícil desde hace años. Una de las vecinas más combativas contra las irregularidades de los turistas es Ana Paz. Lleva 10 años denunciando 'la toma' que hacen estos vehículos de las inmediaciones y las situaciones que tienen que vivir un día sí y otro también. Descarga su frustración en la Guardia Municipal, que «no nos hace caso en el 90% de las llamadas que hago».
En su opinión, no puede ser que para ir a trabajar «tenga que caminar por la hierba o me tenga que bajar a la calzada porque las autocaravanas invaden toda la acera». Ana explica que hace unos días los agentes pusieron un cepo a un vehículo porque una persona en silla de ruedas no podía bajar la cuesta de Berio al haber seis autocaravanas invadiendo la acera.
Entre el catálogo de estampas que tiene que sufrir cada día se encuentra ver cómo estos turistas tienden la ropa en los árboles, extienden las toallas en las aceras o simplemente «orinan y cagan en las zonas verdes» del entorno, «allí donde nuestros hijos se tumban en primavera».
Algunos de estos vehículos son tan grandes que cuando son aparcados en batería «o invaden la acera u ocupan parte de la calzada, con lo que los dos carriles de circulación se nos quedan en uno». Ana no tiene que salir de casa para ver las irregularidades porque puede observar desde su terraza cómo los ocupantes de las autocaravanas bien estacionadas en el parking habilitado al efecto «hacen allí barbacoas». «No es normal que veas a gente en calzoncillos todos los días, limpiándose los dientes en la calle o vaciando en las alcantarillas las aguas negras; Esto es insostenible», añade con enfado para que comprendamos su desesperación.
Y lo peor de todo, según esta vecina, es que la 'invasión' ya no se limita al verano. «Esto lo padecemos ya todo el año, porque ya todos los fines de semana vienen autocaravanas a pasar el sábado y el domingo, aprovechando que no hay actividad en la Universidad y que tienen espacios para aparcar».
Ana pide al Ayuntamiento que, como otras ciudades (Santander), ponga coto a esta situación «de una vez» y no permitan el estacionamiento de estos vehículos fuera de los lugares acondicionados y preparados para este tipo de turismo. O eso o que los agentes redoblen su vigilancia: «No puede ser que les permitan hacer de todo. Llevo 10 años llamando casi todos los días a la Guardia Municipal. Me paso todo el verano amargada. ¡Es insoportable!».
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