05/08/2016
REBECA G. MIJARES | LEÓN
Llevar la casa a cuestas es una alternativa para muchos a la hora de elegir cómo y dónde pasar sus vacaciones. Las autocaravanas o las furgonetas cámper ofrecen esta posibilidad a quien le gusta convertirse en un nómada durante sus vacaciones.
La principal ventaja a la hora de viajar de esta manera es la libertad para moverte de una ciudad a otra sin depender de los horarios de los hoteles o los días específicos reservados.
Cada año se matriculan más vehículos vivienda. Sin embargo, muchas ciudades españolas aún no se han abierto a este tipo de turismo. Entre ellas, León.
Debido a que no está permitido estacionar este tipo de vehículos en la ciudad para pasar la noche, los viajeros deben pernoctar en zonas adaptadas o reservadas para este fin. «Muchas ciudades, sobre todo las grandes, tienen sus áreas de servicio muy alejadas del centro de la ciudad y eso hace que no tenga sentido viajar de esta manera a esas ciudades», comenta Olga Caviedes, una cántabra que ya hace cuatro años que viaja junto a su marido con una autocaravana.
La cuidad cuenta nueve plazas gratuitas para autocaravanas. El área está situado en un párking frente al centro comercial León Plaza. Es el único sitio de la ciudad en el que se puede pernoctar. Las viviendas rodantes también pueden aparcar en las plazas del párking, en las que quepan, pagando la tasa correspondiente al tiempo que permanezcan en la misma.
A pesar de que la ubicación del párking es óptima para los turistas, los servicios que ofrece son insuficientes, según los viajeros que pernoctan en el lugar. Sebastián Izeta, que viaja desde Zaragoza junto a sus dos hijos y su mujer Ainhoa, recalca que la toma de agua es poco accesible y está ubicada en una plaza en vez de disponer de un área de llenado y vaciado de aguas, que sería lo propio en este tipo de espacio.
Para descargar las aguas, grises y negras, lo tienen que hacer en lugares que entorpecen la circulación del párking o que resulta incómodo tanto para el turista como para las personas que pasean por la acera en la que está la alcantarilla adaptada. «Esperamos a altas horas de la madrugada, cuando no pasa nadie, para vaciar las aguas negras. No es muy cómodo hacerlo delante de las personas que pasan. Es algo íntimo y se refuerzan los prejuicios sociales que nos dificultan las vacaciones», explica Fernando que llegó el miércoles por la noche de Jaén para pernoctar en la ciudad de paso a Ribadesella.
Los prejuicios que rodean a esta clase de turismo afectan de manera directa a los autocaravanistas. El principal problema, apuntan, es la falta de apoyo desde las instituciones públicas para la accesibilidad de los vehículos vivienda. Hay ciudades en las que no pueden entrar «Se relaciona nuestra actividad con la delincuencia y la mendicidad, no entiendo el porqué. Estos vehículos suelen implicar una gran inversión y la gente que pasa sus vacaciones en autocaravanas suele ser muy respetuosa y limpia», apunta Sebastián y añade que «se come y se cena en la ciudad, como cualquier turista».
Olga y Rodolfo lamentan que no se acepte la cultura autocaravanística y destacan que los prejuicios sociales están totalmente equivocados: «Un día una joven tocó la puerta de la autocaravana para preguntarnos por un cámping, al ver cómo íbamos vestidos nos dijo que lo sentía que se nos veía gente de bien y que entendía que no supiéramos dónde estaba el cámping».
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