El consumo depende de cada bolsillo pero hay autocaravanas que, allá donde aparcan, dejan 2.000 euros mensuales
vilagarcía / la voz, 14 de julio de 2016.
Ya lo decía Albert Einsten; «Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio». Los propietarios de las autocaravanas que aparcan estos días en el parking a pie de la playa de O Bao, en A Illa, no pueden coincidir más con esta afirmación al manifestar que es un «mito» que su forma de viajar no genere movimiento económico. Como casi todo en la vida, no pueden hacerse generalizaciones. «Lo que no gasto en alojamiento, puedo invertirlo en otras cosas como comer en un restaurante», explica el sevillano David Castaño, que se decanta por esta forma de viajar para tener más libertad y poder organizar las paradas sobre la marcha. Por si las palabras no bastaran, Mekki Mohamed, de Ceuta, señala el almacén de su autocaravana. «Hacemos el mismo gasto. Llevo tres meses fuera y voy llenando la despensa con la comida de los supermercados de la zona», afirma. Algo que no quita a este jubilado de probar los platos típicos de los lugares que visita, cocinados en «chiringuitos, bares o restaurantes».
En esta misma línea, un grupo de amigos de Málaga elige el restaurante donde comer marisco y busca un furancho cercano. Repartidos entre dos o tres furgonetas en función del viaje, llegan a ser 20 cuando salen a la carretera. «Están equivocados, consumimos lo mismo que cualquier otro turista. Igual no todos los días podemos comer de restaurante pero nos encanta probar allá a donde vamos», señalan. Los gastos no son solo alimentarios. Pedaletas o rutas de kayak son entretenimientos con los que hacer pasar el rato a los más pequeños, que componen una buena parte del grupo. Juan Carlos Moncayo y José Luís Hinojosa explican que, a pesar de que están recién aterrizados en la comarca y no tienen un plan fijado, quieren visitar el mercado de A Illa y hacer un viaje en catamarán en O Grove. «Comenzamos alquilando unas autocaravanas y luego compramos la furgoneta», cuentan sobre su iniciación en este tipo de viaje hace poco más de tres años.
Una estilo de vida
Los más veteranos de los aparcados en el parking de O Bao llevan siéndole fieles A Illa quince años. Asiduos a las caravanas desde hacen más de veinte, Isabel Díaz y Manuel Aguirre, del País Vasco, cambiaron de vida cuando él se jubiló. Desde entonces viven en la caravana: el invierno lo pasan en el sur y cuando llega el buen tiempo se desplazan a Galicia, estacionando gran parte del tiempo en la comarca de Arousa. «Es el paraíso», exclaman. «Además de comida, compramos, por ejemplo, gasóleo y productos de limpieza. También llevamos a nuestro perro al veterinario de la zona o yo acudo a la peluquería», explica Isabel Ruíz, que ya tiene cita reservada para las Fiesta de la Virgen del Carmen.
A diferentes bolsillos, diferentes desembolsos. Pero, en el caso de esta pareja, los gastos en el lugar que visitan oscilan sobre los 2.000 euros mensuales. «La vida es como en casa, pero en otro lugar», resumen desde su hogar andante de 70.000 euros. Aunque hay precios de los más variados en autocaravanas, en general, son altos. Una nueva pero muy básica cuesta alrededor de los 45.000 euros.
A unos pocos metros del parking, se encuentra el chiringuito Coco Bao. Desde allí, Manuel Otero afirma que el 80 % de los turistas de autocaravanas generan movimiento. «No suelen pedir bocadillos o así, lo habitual es que apuesten por nuestras tapas típicas como almejas a la marinera o navajas», señala.
Oportunidad de negocio
El cierre, este año, del área habilitada en A Illa para autocaravanas les hace reflexionar sobre la rentabilidad que se le podría sacar a esta forma de turismo. A pesar de que destacan que, a diferencia de otras comunidades, en Galicia reciben buen trato, Isabel Díaz asegura que «el millón de autocaravanas que hay en Europa termina en Francia o Portugal».
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