Carballo / La Voz, 22 de julio de 2015
Soesto, Traba, Balarés, Nemiña, Razo, Baldaio, los puertos de Corme, Camariñas y Malpica, Faro Vilán... Los más emblemáticos tramos de la zona están literalmente invadidos durante el verano por autocaravanas y otras modalidades de vehículos que, sin estar incluidos dentro de esta categoría, son utilizados como verdaderas casas rodantes.
Sus propietarios estacionan y residen durante días, incluso semanas, a pie de playa y utilizan servicios públicos que están destinados exclusivamente para los bañistas, y en el caso de los puertos, para los profesionales del mar.
Pero los autocaravanistas se defienden. Dicen que no les queda otra alternativa porque la Costa da Morte carece de áreas específicas para ellos.
Son grupos, parejas y familias que acuden, en gran medida, al reclamo del turismo de los deportes náuticos. Es el caso de Maximilian Kind, un joven de Colonia que ayer estaba en la playa de Traba. Muestra un libro para expertos de surf, y muestra el marcapáginas con el mapa de la Costa da Morte, que visita por primer vez en su vida. Vino a probar suerte con las olas. «Me marcho porque no aguanto los mosquitos», dice. Reconoció que utiliza los servicios públicos de la playa de Traba porque «no hay otra opción». Otros, sin embargo, sí están dispuestos a pagar por disponer de unas infraestructuras dignas en las que disfrutar de corriente eléctrica o poder limpiar los depósitos de fecales.
Lo que sí queda claro es que la mayor parte los autocaravanistas quieren infraestructuras muy cerca de las playas, pese a la prohibición de la Demarcación de Costas o Rede Natura. Y es que, según ellos, a diferencia de otras zonas de Galicia el atractivo de la Costa da Morte está en sus playas.
Muchos de ellos se sorprenden de la laxitud con la que actúan las Administraciones. Admiten que en sus lugares de origen las fuerzas del orden no actúan con tanta indulgencia como aquí.
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