Cada vez son más las personas que deciden buscar una alternativa a los viajes tradicionales de hotel y playa y son muchas las que han decidido recorrer Europa, España o incluso la provincia en autocaravana. Y la situación en que se encuentran es muy diferente si viajan fuera de nuestro país, se quedan en él o, incluso, no salen del Alto Aragón.
En este último caso denuncian la “persecución” a la que se ven sometidos en muchas localidades: el vehículo se puede aparcar en cualquier lugar permitido para otros coches, caravanas, motos... pero si se quedan dentro se les denuncia por “acampar”, algo por lo que, apunta Carlos Piedrafita, aficionado a este método de transporte, “estamos siendo perseguidos por las autoridades”.
Fuera de la comunidad, es habitual que en la mayoría de ciudades o pueblos haya un área especial dedicada a que vayan las autocaravanas, donde pueden aparcar y pasar unos días y disponen de los pocos servicios que estos vehículos necesitan.
Piedrafita apunta que en los foros de aficionados se mira a los campings como colectivo de presión o se apunta a la posibilidad de que en el momento que se elaboró la norma sobre las acampadas no había ningún autocaravanista entre el grupo de personas que la redactaron.
Denuncian además que las situaciones que se producen llegan a ser incongruentes: ellos no pueden estar dentro de su autocarava porque según la normativa actual están acampando, pero una familia que deja el coche en medio del monte y extiende allí sillas y mesas para merendar no es amonestada por lo mismo que a ellos se les persigue.
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