VICENTE PÉREZ | Arona
Como cada Semana Santa, los autocaravanistas salen a las carreteras buscando un lugar donde pasar estos días, a menudo cerca del mar. Pero no es tan fácil en Tenerife, donde existen unos 4.000 vehículos de este tipo. Primero, porque quienes además quieran acampar solo lo pueden hacer en contados lugares en el monte y aún más escasos junto al mar (como el de Montaña Roja), y segundo, por las reticencias de algunos ayuntamientos sobre esta forma de hacer turismo. El consistorio con una postura más firme es el de Arona, donde existe una ordenanza municipal disuasoria para autocaravanistas. “Aquí las autocaravanas y los campistas no tienen sitio, y no pueden estacionar en primera línea de playa en vías públicas; otra cosa es que les dejen en solares privados”, afirmó ayer el edil de Seguridad y Tráfico, Manuel Reverón.
Sin embargo, la Asociación de Autocaravanistas Costa-Adeje (ACAT-Tenerife) considera que esta ordenanza, y las señales existentes en algunos puntos de Arona que prohíben estacionar a estos vehículos, contraviene normas de carácter nacional. Así lo sostiene el presidente de este colectivo, Isidoro Dorta, quien alude en concreto tanto al Reglamento General de Circulación, según el cual “no se puede discriminar a ningún vehículo por el criterio de construcción”, como a la Instrucción 08/V74 de la Dirección General de Tráfico, “que establece que una autocaravana puede estar estacionada en la vía pública mientras no despliegue elementos que desborden el perímetro del vehículo”. ACAT-Tenerife sopesa presentar un recurso contencioso administrativo contra esta ordenanza de Arona, a cuyo ayuntamiento tacha de “el más hostil”. Una controversia jurídica que no inquieta a Reverón, pues, a su juicio, “las normas en suelo urbano son competencia municipal”.
Adeje prepara una ordenanza sobre esta materia, y permite a las autocaravanas y campistas instalarse en La Enramada, La Caleta y Playa Paraíso, según informó ayer el edil de Servicios, Gonzalo Delgado, quien apela al civismo de estos usuarios, aunque destaca que nunca ha habido ningún problema con ellos, un hecho que corrobora ACAT.
“La gran mayoría somos cívicos”
El presidente de ACAT-Tenerife se queja de que se haya extendido “una falsa imagen de los autocaravanistas” como personas incívicas y de bajo poder adquisitivo que se adueñan de espacios públicos. “Lo único que reivindicamos es poder estacionar, como todos, en las vías públicas, pues no acampamos ni molestamos a nadie, y quien sea denunciado por ello es expulsado de la asociación”, subraya Dorta, quien ha recorrido con su mujer más de 250.000 kilómetros, con viajes continentales de hasta 45 días, como el que les llevó de Canarias a Cádiz, en barco, y de allí a Noruega, hasta el Cabo Norte. “Esta no es una forma de hacer turismo de gente pobre, pues comprar una autocaravana y mantenerla es caro, así como llevarla en barco, aunque los socios de ACAT tienen un descuento importante en Armas y Transmediterránea”, asevera.
Se lamenta por ello de las trabas a las autocaravanas en Tenerife, de que no se vea su dimensión económica y de que ni siquiera haya lugares donde puedan vaciar las aguas residuales y repostar agua (ACAT ha propuesto el primero en Adeje). Dorta apunta un dato que da idea de la pasión por estos vehículos: “Unas 200.000 caravanas procedentes de Europa pasan el invierno en Marruecos”.